lunes, 24 de octubre de 2016

Una boda muy rockera

¡Hola fans de Backestage!

Espero que hayáis pasado un fin de semana estupendo, el mío ha sido de lo más intenso y ha venido acompañado de una boda de lo más curiosa. La primera boda rockera a la que asisto en la que los novios se han prometido amor eterno enfundados en unos jeans, un chaleco de cuero y unas Convers, todo al más puro estilo libre.


Los invitados han asistido un poco sin saber muy bien qué ponerse pero agradeciendo no tener que meterse en trajes costosos y poco cómodos. Yo quise acercarme al estilo rockero y añadí un elemento único, la chupa negra. 

El vestido es de concepto romántico de la marca Smile, marca disponible en Glüss Murcia.


Me inspiré en el tejido del cuero para adecuarme a la situación y no ir ni demasiado de boda ni demasiado poco arreglada. Los novios nos dejaron total libertad para vestirnos como quisiéramos a sabiendas que ellos irían de lo más cómodo en su propio estilo. Yo no pude resistirme a sacar mi vestido favorito del armario y acompañarlo con mi chupa de cuero rockera. Me encanta la verdad y creo que es todo un acierto con la intensidad del negro que acompaña. 



Para los complementos lo he tenido algo más difícil porque quería encontrar elementos casual para el día a día. Así que me decidí por un clutch negro con flecos, unos pendientes de aro pequeño en plata, mi anillo de mariposa y unas sandalias en un tono nude. 

Si es que el amor se palpaba en el ambiente y yo tenía que llevarlo reflejado conmigo.


MAQUILLAJE

Para el maquillaje he apostado por unos labios intensos y enmarcar los ojos perfilándolos con un eyeliner en gel ayudándome de un pincel para que sea aún más preciso. Deciros que yo no suelo usar nada de maquillaje, sólo aplico mi corrector de Essence para disimular las ojeras y difumino muy bien ayudándome del dedo y de una brocha pequeña. A continuación ya me pongo el eyeliner con el pincel y la máscara de pestañas para hacer el ojo más grande. Para terminar aplico mis polvos de Terracota para marcar los pómulos. Como podéis leer mi ritual de belleza se escribe en medio párrafo la verdad, jeje.

Éstos son los productos que necesito: 
El primer paso después de habernos lavado bien la cara no es otro que aplicar una crema que no deje residuos y acaricie tu piel, preparándola para aplicar el maquillaje. Crema transparente anti-imperfecciones Baby skin de Maybelline New York. 
Después de vuestra base de maquillaje (yo no uso) podéis aplicar el corrector difuminándolo con la yema de los dedos, así actuará como iluminador. Con este corrector de Essence no hay manchita que no se vaya y es de lo más económico, creedme. 

Polvos de terracota Maderas en tono trigueño para dar un poco de tono a las mejillas o dar un tono de color a nuestra piel. En mi caso, lo aplico para marcar un poco los pómulos, ya que quiero algo muy natural.  
Mi estilo no sería nada sin el eye liner. Me gusta finito y al estilo pin up porque me parece de lo más femenino y atractivo. Con este tono de negro intenso de Maybelline New York la línea queda estupenda y lo mejor de todo es que dura todo el día. 
Para una mirada intensa unas pestañas marcadas son el compañero ideal. He utilizado esta máscara de pestañas de Essence. 

El "rouge à lévres" es un must have en mi día a día. Me encantan los colores fuertes que marcan los labios, así lograrás captar la atención a ellos. Éste es mi rojo favorito de la colección de Kate Moss para Rimmel London, el toque final perfecto. 




Espero que os haya gustado y que podáis haber visto que no hay un estilo definido para una boda, sino que la inspiración la marca la personalidad de cada uno. Yo me quedé encantada con esta boda ya que he podido vivir un momento nuevo. Os espero en el próximo post de Backestage, hasta entonces ¡haced moda!

lunes, 17 de octubre de 2016

DIY tarros de cocina

¡Hola fans de Backestage!

Muy buenas a tod@s, hoy os traigo una idea de reciclaje buenísima para que todos vuestros tarros de cocina tengan la misma estética. La cocina es un sitio en el que nos pasamos bastante tiempo al cabo de la semana y cuanto más organizada esté mucho mejor. Recuerdo que los tarros de cocina de mi madre son opacos con letreros, pero no siempre encuentras dentro lo que dice que hay fuera. 




He querido solucionarlo y para mi he aplicado una técnica tan sencilla que sólo te llevará una hora hacerlo. ¿Quieres saber cómo hacerlo? Apúntate lo que necesitas y llenarás de creatividad y color tu cocina. 


¡VAMOS A HACERLO


Lo primero que tienes que hacer es ir guardando los tarros que te gusten. Pueden ser de cristal o de plástico, en cualquier caso tú decides, así que no hay lugar para el error. En mi caso yo he optado por tarros de cristal, ya que puedo aprovechar casi los de cualquier tamaño y me gusta mucho lo sencillos que son de limpiar. 


He aquí los tarritos elegidos. Los tengo de todos los tamaños para que me puedan ser útiles en cualquier momento. El cristal es muy duradero y conservará bien los alimentos. 


Casi todo lo que compramos va empaquetado, por lo que es muy fácil conservar los tarritos después de haber gastado el producto. Yo me he quedado con tarros de mermelada, de alubias, de fruta en almíbar y hasta de olivas (las famosas de Cieza).
Limpiamos muy bien los tarros para quitarles las pegatinas y los posibles olores y los dejamos secar sin taparlos en ningún momento. 


Aquí tengo los tarritos secándose justo después de quitarles las etiquetas. Ya he aprovechado para fregarlo todo en casa, jeje. 


Los tarros ya están listos aunque no son nada iguales, entonces, ¿cómo lo hacemos para que representen un conjunto? Muy fácil. Sólo vamos a necesitar pintura en spray. Este tipo de pintura es comodísimo de aplicar, no mancha nada y el resultado es perfecto. Yo me he decidido por este tono en plata que me encanta y le da estilo, pero vosotr@s podéis escoger el que más os guste. 


Este es el spray que he usado en color plata y que tan buenos resultados me ha dado. Lo he comprado en un super chino, pero también los venden en las ferreterías. Es muy barato (aprox. 2€) y muy útil para manualidades.

Para aplicar la pintura os recomiendo un lugar al aire libre, yo me he salido al patio, he colocado un periódico abierto y he colocado las tapas de los tarros boca abajo. A continuación he leído que el bote de pintura en spray te recomienda rociar la pintura a una cierta distancia para que se aplique y reparta por toda la superficie, por lo que seguí las instrucciones. Una vez terminado esperé una hora para aplicar una segunda capa que hará que la pintura dure más tiempo. 


Aquí os muestro cómo he distribuido las tapas para pintarlas. Al ser del mismo color queda un conjunto de tarros precioso al que podrás añadir siempre que quieras más modelos.



La primera parte de pintura está hecha. La pintura estará seca en unas horas y podremos darle la vuelta para pintar los bordes que hayan quedado sin pintura. Un consejo no pintéis la parte de dentro de las tapas porque estarán en contacto con los alimentos que pongáis dentro del tarro. ¿Qué hice yo para evitar pintar esta parte? Recorté círculos de papel de periódico y los puse como protección. Ahora si que queda profesional 100%.

Esta parte de color blanco es la que hará contacto con los alimentos del tarro (arroz, pasta, lentejas...) así que yo no lo he pintado, resultando más higiénico. 


El siguiente paso es esperar a que se seque por completo, que nos os importe dejarlo varios días al aire libre, así se le irá el olor. Como consejo de limpieza de las tapas os recomiendo no limpiarlas con la parte dura del estropajo, sino con la esponja. 



ÚLTIMAS SUGERENCIAS


Para el cristal del tarro podéis hacer lo que queráis con más pintura. Una buena idea es ponerle una plantilla y poder pintarlo a nuestro gusto. Yo soy algo más práctica y he preferido no hacerles nada porque lo que me interesa es ver lo que hay en los tarros. Creo que es importante abrir el armario buscando el arroz y que el tarro me encuentre a mí antes de yo a él, jaja. 

Resultado final... ¡Ta ta ta chán!


Espero que os haya gustado, en breve os mostraré otro DIY original para decorar el salón. Nos vemos en el próximo post de Backestage con mucho más. 

lunes, 10 de octubre de 2016

Una manzana, dos platos.

¡Hola fans de Backestage!

Hoy me he levantado con mucha hambre así que me he venido derechita a la cocina. Después de los excesos del verano me apetece normalizar las comidas durante la semana. Hoy os voy a presentar un par de platos que se complementan aunque pueden tomarse separados, y que tienen un ingrediente en común: la manzana.



La fruta es un producto muy versátil y la manzana lo es aún más pues no es una fruta excesivamente dulce y combina con pescados y ensaladas. Precisamente es lo que os voy a presentar hoy, una ensalada y un salmón con manzana que os encantarán.

Con tan sólo una manzana, dos platos buenísimos. Empezamos con una ensalada variada a la que le he añadido unos ingredientes muy sencillos y que todos tenemos en la nevera: tomate, lechuga, canónigos, rúcula, barritas de cangrejo, la manzana por encima, sal, un toque de pimienta, orégano, albahaca y un toque de aceite de oliva. Todo sano al 100%. Si además quieres comer sólo ensalada como plato único puedes añadirle unos trozos de pechuga de pavo o de cerdo cocinada, así tomarás las proteínas necesarias.

En este caso yo no le he añadido la pechuguita porque la ensalada será el primer plato.


Para el segundo plato me he decidido por un filete de salmón con un color estupendo. Ha sido muy sencillo de cocinar. Sólo he tenido que coger una sartén, añadir un pelín de aceite y ponerlo con la zona de la piel tocando la sartén. Mientras se va cocinando voy viendo cómo el color rosado va transformándose a un tono más pastel. Para que esté en su punto le doy la vuelta y procuro que la zona de el medio no se haga mucho. El salmón es un pescado que si se seca perderá todo el sabor y no será tan agradable de comer.

En esta foto podéis apreciar el color clarito del salmón cocinado. Ahora mismo está en su punto. 


Al mismo tiempo que se va cocinando el salmón, aprovecho para cortar las rodajitas de manzana para añadir tanto a la ensalada como al pescado. Para que salgan más o menos iguales parto la mitad de la manzana apartando la parte del centro, con lo que obtengo tres partes de manzana. Retiro la parte del centro que es la que no se come, y con un cuchillo afilado voy cortando las rodajitas.

Si lo queréis todo en el mismo plato, una idea es poner el salmón a un lado del plato y dejar espacio para poner la ensalada como guarnición en el otro. Así quedará muy vistoso y triunfaréis más que la Coca-cola. 


El montaje es facilísimo, sólo he tenido que colocar el salmón en el plato, condimentarlo con un poco de pimienta y albahaca y colocarle la manzana. Os aconsejo que lo acompañéis con un poco de queso Philadelphia, ¡mmmm! Riquísimo.



Aquí os muestro la mesa con todos los platos, ha salido hasta el mando de la tele, jeje. La manzana que no añadí a los platos me la dejo para el postre. ¡Qué rico está todo!


Ya veis queridos fans, en Backestage no sólo hablamos de moda, nos interesamos por un sin fin de temas en los que se estimule la imaginación y la comida es uno de ellos. Espero que lo probéis y me digáis en qué otros platos os gusta añadir fruta. Nos vemos en el próximo post con nuevas sorpresas.  


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lunes, 3 de octubre de 2016

Cómo ser una turista con estilo

¡Hola fans de Backestage!


Hoy os traigo un look de verano con el que he arrasado estas vacaciones, sobre todo en los viajes porque resulta comodísimo y muy chic combinado con los accesorios apropiados. Una buena idea para las que queráis aprovechar los fines de semana de todo el año y hacer alguna escapada (adaptando el mono según la época del año, no quiero que os vayáis a resfriar). 



Queridos fans, os presento el Monasterio de Guadalupe, en la provincia de Cáceres. Este mes de agosto tuve la suerte de ir a visitar a unos amigos al centro del país y una de las excursiones que programamos fue la de visitar Guadalupe. No iba a imaginarme lo bonito que es ese pueblecito tan pequeño pero lleno de encanto. Callecitas estrechas que parece que los balcones van a chocar de lo cerca que están las casas. Una fuente de piedra con agua cristalina y fresca y, como no, su monasterio que hace honor al lugar.

Lo primero que hicimos fue subir las escaleras y contemplar la vista del paisaje. ¡Guau! Vistas desde arriba sobre el pueblo y la montaña sobre el que está (difícil acceso si te mareas en coche, jeje). Nada más entrar al interior y justo al lado de la recepción vi este rinconcito y me enamoré al instante. Un lugar idílico, donde puedes alojarte, disfrutar de una buena comida y una visita guiada (en la que no se permiten fotos). 

Descubrir todos estos sitios tan bonitos nos enriquece como personas y nos hace pensar en la historia, sorprendiéndonos, para bien o para mal, de las capacidades humanas. 



Para esta ocasión elegí un mono en color negro y de pantalón corto y sin mangas. Es una prenda que me gusta muchísimo y ya tengo muy desgastada de tanto uso. Me encanta combinarlo con un sombrero y un collar algo llamativo. En los pies la comodidad prima en los viajes así que elegí unas sandalias planas para poder caminar y que el pie no se sofocara.



Sandalias Gioseppo Summer 2016, sombrero de Pimkie, collar de Dayaday.

Espero que os haya gustado este post inspirado en la idea de mostraros lugares con encanto. No dudéis en comentar cuál es vuestro destino preferido. Nos vemos en el próximo post de Backestage. 

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